En 1844 a Viollet-le-Duc le encargan la restauración completa de la gran ciudadela de Carcassonne, siendo esta una de las actuaciones más importantes y discutidas. Empezo por restaurar la iglesia, ligera y atrevida estructura gótica casi aérea gracias a sus diáfanos ventanales. Respetó las diversas etapas de la construcción, es decir, no trató de unificar los estilos como tan frecuentemente se le ha reprochado. Luego se dedicó a la improba tarea de reconstruir los antiguos recintos empezando por la torre visigótica, ejemplar único en este estilo en Francia. Posiblemente llevo su afan restaurador demasiado lejos.
Sobre el Viollet-le-Duc, decir que una de sus facetas más destacable fue la de restaurador de monumentos que con un alcance antes desconocido funda las bases de esta especialidad.
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