De los pocos espacios abiertos que existen en Fes, uno es el barrio de los cutidores.
Los primero que llama tu ateción son los olores. Te dan un poco de hierba buena y mientras subes esas escaleras imposibles, llenas de recobecos y empinadas, vas imaginando lo que te vas a encontrar, tal vez porque lo has visto en una fotografia o bien, porque has estado anteriormente.
Después son los colores, ves esas pozas blancas, marrones, rojas, amarillas, azules, depedende del color con el que tiñan ese día, y dentro de ese colorido ves a sus gentes, que no para de moverse y te preguntas constantemente ¿cómo se puede trabajar ahí abajo?.
Después son los colores, ves esas pozas blancas, marrones, rojas, amarillas, azules, depedende del color con el que tiñan ese día, y dentro de ese colorido ves a sus gentes, que no para de moverse y te preguntas constantemente ¿cómo se puede trabajar ahí abajo?.
Al rato o al día siguiente, te asomas a ese mundo de las azoteas y sus infinitas antenas, y a lo lejos, sobre la falda de la ladera, están esas pieles puestas al sol, con nuevos colores.
Sitio que impresiona no solo por el olor y los colores, que verdaderamente es muy intenso, sino por las condiciones en las que ves como trabajan....y luego nos quejamos .....
ResponderEliminarEs impresionante entrar en la medina de Fez, es como viajar en el tiempo y retroceder unos siglos.
ResponderEliminar